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El futuro de la industria automovilística pasa por la implantación de una fábrica de baterías en España

Hace unos días, la Comisión Europea autorizó un desembolso de 3.200 millones de euros en ayudas públicas y de 5.000 millones más en inversiones privadas a siete países europeos (Francia, Alemania, Italia, Polonia, Suecia, Bélgica y Finlandia) para el desarrollo de fábricas de baterías eléctricas de gran autonomía.

El proyecto, integrado por 17 empresas y que tiene previsto arrancar con una fábrica en Francia en 2020, ha dejado fuera a la industria española, que ocupa el segundo puesto en el ranking de países productores de automóviles, el primer puesto en vehículos industriales y el cuarto en componentes a nivel europeo, además del noveno productor a nivel mundial.

La no inclusión de España entre estos siete países supone un jarro de agua fría para las expectativas de la industria del sector, y un premio para nuestros principales competidores en la carrera por conseguir la implantación de fábricas de baterías eléctricas en Europa.

El reto no es baladí. España es el único país europeo que cuenta con tejido industrial automovilístico en todo su territorio gracias a una industria de fabricación de automóviles y de componentes potentísima. De hecho, nuestro país cuenta con 17 plantas de fabricación de vehículos y con más de 1.000 empresas fabricantes de equipos y componentes. Además, nuestras empresas tienen las herramientas adecuadas para adaptarse a las nuevas necesidades tecnológicas que está demandado el sector, así como dos millones de trabajadores y trabajadoras que demuestran cada día su alto nivel competitivo y una alta cualificación.

Es más, España y Portugal son de los únicos países europeos que podrían extraer litio (componente fundamental de las baterías eléctricas) de yacimientos propios. Según datos del Instituto Geológico y Minero de España, si nuestro país explotara todos sus yacimientos de este mineral podría conseguir una cuota mundial de entre el “3% y el 5%”, una cifra más que suficiente para abastecer las necesidades de la industria europea del automóvil. La proximidad de la fábrica al yacimiento supondría además un ahorro añadido por la reducción del coste logístico.

En definitiva, nuestro país cuenta con todo lo necesario para estar entre los candidatos a albergar plantas de fabricación de baterías eléctricas.

La no inclusión de España entre estos siete países no significa que se hayan cerrado las puertas a una futura implantación de fábricas de baterías en nuestro territorio. Afortunadamente, nuestro país es un candidato potencial y privilegiado para competir por esta tecnología. Pero necesitamos un gobierno que tenga las ideas claras y apueste decididamente por un conjunto de medidas que puedan facilitar el tránsito justo hacia un vehículo inteligente, ecológico y conectado que tenga la menor repercusión posible sobre el empleo, además de significar la consolidación de los centros de trabajo.


La irrupción de la Industria 4.0, la digitalización, el vehículo eléctrico, ecológico y conectado, junto al cambio conceptual que vive nuestra sociedad, cada vez más mentalizada de la necesidad de contar con vehículos menos contaminantes y ciudades cada vez más preparadas (adaptadas) para “pasear”, obligan a nuestra industria de hacer un esfuerzo para situarse en el pelotón de cabeza de los países que están invirtiendo en “verde”.

Desde UGT FICA, sindicato mayoritario en el sector, llevamos años reclamando medidas para enfrentarnos a la Industria 4.0 y a la transformación del sector. Ya lo hacíamos cuando el vehículo eléctrico estaba en sus comienzos y ahora que constituyen una alternativa cada vez más seria, lo exigimos con más ahínco. Sin embargo, los distintos gobiernos no han estado a la altura exigida y han perdido el tiempo mirándose el ombligo y defiendo posturas partidistas antes que adoptar medidas para potenciar un sector estratégico, fundamental para la industrial y el empleo de calidad en nuestro país.

En los últimos tiempos hemos reclamado un Acuerdo Estratégico para el Sector Automovilístico sustentado en diecisiete medidas que consideramos necesarias y que avanzan en dos ejes fundamentales: el primero, consolidar la industria automovilística y blindar el máximo de empleo de los efectos negativos de la robotización y la industria 4.0; el segundo, facilitar la formación y capacitación de nuestros trabajadores en el uso de las nuevas tecnologías aplicadas a la industria para propiciar el necesario reciclaje de los puestos de trabajo que pudieran destruirse.

Ya hemos visto que en esta carrera nadie va a regalarnos nada. Debemos hacer un esfuerzo y pasar del “que inventen ellos” a situarnos a la vanguardia de la renovación tecnológica. Es tanto lo que nos jugamos que ahora más que nunca necesitamos que los políticos se pongan de acuerdo y apuesten por un gobierno estable que coordine los esfuerzos de todo el sector en una sola y decisiva dirección para que en un futuro próximo, nuestro país no sólo albergue fábricas de baterías sino que, además, pueda mantener su lugar de privilegio en el nuevo escenario tecnológico.