El desarrollo de la nueva Política Agraria Común a través de un Plan Estratégico Nacional supone una oportunidad para modernizar las relaciones laborales del campo español y favorecer el desarrollo rural (artículo de opinión publicado en tas cabeceras del grupo Promecal)
La pandemia de la Covid-19 ha servido para situar muchas cosas en su lugar y una de ellas es el carácter estratégico del ramo agroalimentario, tanto en nuestro país como en toda Europa. A pesar de ser la hermana pobre de la economía europea, la agricultura, como base de la cadena alimentaria, se ha revelado como un sector esencial para alejar el fantasma del desabastecimiento y garantizar la alimentación de los ciudadanos ante la crisis sanitaria con la que aún estamos lidiando. Y en medio de este proceso, y quién sabe si a consecuencia del mismo, ha llegado por fin el acuerdo para la nueva Política Agraria Comunitaria, la PAC.
Desde UGT FICA, como no puede ser de otra manera, nos alegramos de que los dos años de negociaciones que se han necesitado para conseguirlo hayan llevado a algún sitio y dadas las circunstancias actuales no hay que restarle valor. Sin embargo dista mucho de ser el acuerdo al que nosotros aspirábamos, puesto que adolece de lo mismo que ha venido adoleciendo la PAC reforma tras reforma. Siempre se ignora el factor del empleo como elemento dinamizador en el mundo rural, se olvida de la mano de obra que se encarga de que los productos agrarios estén disponibles en el mercado; y nos referimos a los trabajadores y trabajadoras por cuenta ajena del campo.
A pesar de nacer con un recorte presupuestario, la PAC aporta novedades en conceptos que pretenden cambiar la forma de producir en el Agro europeo, como los ecoesquemas, el agricultor genuino y los Planes Estratégicos Nacionales. Y es en estos últimos donde queremos hacer hincapié, pues abren una puerta a la esperanza, ya que brindan un amplio margen de discrecionalidad a los países para otorgar y distribuir las ayudas. Desde UGT FICA queremos voz y voto dentro de ese margen de maniobra para acercar la PAC que se ha acordado en las altas esferas europeas, hecha a la medida de las empresas, a la PAC que nosotros queremos para nuestro país.
Desde nuestra Federación apostamos por una nueva PAC más social, que tenga en cuenta los intereses de los trabajadores y trabajadoras del sector primario de nuestro país. El Plan Estratégico Nacional representa la oportunidad de paliar las carencias sociales que se han obviado en la negociación de las grandes líneas del acuerdo, ofreciendo una coyuntura favorable para modernizar las relaciones laborales en el campo español.
En UGT FICA consideramos que ése debe ser uno de los objetivos principales del Plan Estratégico. La futura política agraria, aparte del enfoque puramente sectorial en términos economicistas, ha de contar con una perspectiva más territorial y social. Con objetivos medioambientales, pero también orientada al desarrollo rural y a la lucha contra la despoblación. Y para ello, no hay otra fórmula como el empleo de calidad y con derechos para dotar de futuro y de sostenibilidad al medio rural.
Consideramos que las futuras ayudas que se destilen del Plan Estratégico han de condicionarse no sólo a criterios sectoriales, tamaños de superficies agrícolas, producciones, etc., sino también a los empleos de calidad que generan esas actividades. Es necesario establecer de forma inequívoca una condición sine qua non para que sea imprescindible que los perceptores de las ayudas cumplan con la normativa en materia laboral y de prevención de riesgos laborales, tanto a nivel europeo como nacional. Y los que las incumplan han de ser excluidos de las subvenciones.
El desarrollo de la PAC ha de ser también una oportunidad para la digitalización del sector agrario como factor determinante para la revitalización del medio rural. Pero el proceso ha de ir acompañado por una apuesta decidida por la formación continua de los trabajadores y trabajadoras. No es de recibo que a pesar de la mecanización y los avances tecnológicos de las últimas décadas en la agricultura, las formas de trabajo se hayan seguido manteniendo obsoletas, perpetuando la precarización laboral. La nueva PAC debe promover la formación y la capacitación de los trabajadores para que puedan adaptarse a los cambios, tanto para mejorar la calidad de su trabajo como para proteger el medio ambiente.
El Plan Estratégico también es la excusa para introducir mecanismos que reduzcan la brecha entre las zonas rurales y urbanas y retener a los jóvenes en el medio rural. Es necesario acabar con la flagrante falta de oportunidades en el campo español, que propicia el éxodo a las ciudades y redunda en el envejecimiento y la despoblación por falta de relevo generacional. Hay que instrumentalizar la PAC para revertir esta situación, combinando estrategias de industrialización con medidas de desarrollo rural y empleos dignos para así llenar de vida y futuro nuestros pueblos.
También queremos una PAC que intervenga en la cadena alimentaria y acabe con la posición dominante de la distribución, con la venta a pérdidas y la competencia desleal, porque ello repercute directamente sobre el último eslabón de la cadena, los trabajadores. Es preciso ampliar ante el consumidor la trazabilidad de los productos a lo largo de la cadena alimentaria, y no sólo respecto a las condiciones ambientales y de calidad, sino también las sociales y laborales, como garantía de seguridad alimentaria, equidad y de competencia leal entre las empresas. Disponer de información sobre las condiciones laborales de las personas que han contribuido a que determinado producto esté en manos del comprador sería una variable más a influir en la decisión de compra, puesto que apelaría a la conciencia social del ciudadano. Y esa trazabilidad social debería trasladarse a todos los productos agrarios europeos y ser un factor a incluir en los futuros acuerdos comerciales de la UE con terceros países para garantizar estándares sociales mínimos para los productos importados desde esos países.
Tenemos ahora la gran oportunidad de decidir cómo queremos que se aplique la PAC en España. Por ello, es muy importante que, para acotar el alcance del Plan Estratégico, todos pongamos por delante el bien común de nuestro país y rememos en la misma dirección, marcándonos unos objetivos que nos beneficien a todos y repercutan en un sector agrario potente y competitivo.
Éste es uno de los mayores retos a los que se puede enfrentar el sector agrario español, y es un reto que requiere lo mejor de nosotros mismos como instituciones sociales y, en definitiva, como ciudadanos, pues de su resultado puede depender el modelo de país que tengamos. Nuestra fórmula está muy clara: más industria y más Agro.
Por nuestra parte no vamos a eludir esfuerzos para conseguir una PAC más justa, por ello exigimos al Gobierno voz y voto en el proceso.